lunes, 20 de mayo de 2024
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Journaling: Escribir para conectar
Journaling: Escribir para conectar
Journaling: Escribir para conectar



“I write only because there is a voice within me that will not be stilled.” – Sylvia Plath
De chiquita siempre quise ser escritora. Me encantaba inventarme cuentos, imaginar narrativas y crear personajes. Inclusive antes de saber escribir le dictaba cuentos a mis padres para que tomaran nota. Con las palabras plasmadas seguramente en papel, me ponía a dibujar a mis personajes con crayolas. Todavía quedan algunas de esas obras maestras preservadas por algún lado, para no olvidarlas.
Estudié comunicaciones y literatura, convencida de que quería ser periodista. Cuento largo corto, no soy periodista, y con el pasar de los años dejé a un lado eso de inventarme cuentos. Eventualmente dejé de escribir por completo - lo único que escribía con frecuencia eran emails, y a nadie le interesaba preservar esas palabras.
No fue hasta el 2022 que finalmente volví a llevar bolígrafo a papel, pero esta vez no con la intención de inventarme nada. Cuando empecé a hacer journaling, fue para sincerarme. Fue porque no sabía quién era, que quería, ni cuáles eran mis valores. En fin, estaba perdida, llevaba perdida mucho tiempo, y necesitaba encontrarme. Y así fue que empecé a escribir todos los días.
Muchas de mis estudiantes de yoga y amigas me han expresado lo mucho que les cuesta hacer journaling todos los días. Me preguntan como lo hago, como si yo tuviese un método secreto. Mi respuesta siempre es la misma: aunque esos métodos existen, yo no los uso. Lo que tienen en común mis prácticas de yoga, meditación y journaling es que todos los días practico de manera diferente.
Cuando se trata de escribir, escribo lo que tiene que salir. A veces escribo que estoy feliz. A veces escribo que estoy triste. Uno de mis ejercicios favoritos es hacer listas de gratitud, en las cuales enumero todo por lo cual estoy agradecida. Pero hay días que lo que me hace falta es hacer una lista de todo lo que tengo que hacer, para organizarme un poco. En ocasiones hago brain dumps, donde literalmente escribo todo lo que tengo en mi mente para crear un poco de espacio. Y cuando no tengo nada que escribir, describo como se va a ver mi día, tratando de conectar con esos poderes de manifestación. Hay días que escribo un párrafo, mientras que otros escribo páginas y páginas. Todo cambia, todos los días.
Creo fielmente que la acción de escribir es poderosa. Escribir lo que quieres, lo que sientes, lo que te duele. Declarar tus prioridades, tus necesidades, tus miedos, tus deseos, tus sueños. Plasmar en papel lo que llevas en tu mente y en tu corazón es un acto de valentía. Tal vez no se sienta así la primera vez que lo haces, pero después de un tiempo te das cuenta que cuando escribes conversas con la persona que realmente eres, tu 'yo' interior. Escribir me ha ayudado a conectar conmigo misma, a entenderme mejor, a sanar heridas. Escribiendo fue como me volví a encontrar.
“I write only because there is a voice within me that will not be stilled.” – Sylvia Plath
De chiquita siempre quise ser escritora. Me encantaba inventarme cuentos, imaginar narrativas y crear personajes. Inclusive antes de saber escribir le dictaba cuentos a mis padres para que tomaran nota. Con las palabras plasmadas seguramente en papel, me ponía a dibujar a mis personajes con crayolas. Todavía quedan algunas de esas obras maestras preservadas por algún lado, para no olvidarlas.
Estudié comunicaciones y literatura, convencida de que quería ser periodista. Cuento largo corto, no soy periodista, y con el pasar de los años dejé a un lado eso de inventarme cuentos. Eventualmente dejé de escribir por completo - lo único que escribía con frecuencia eran emails, y a nadie le interesaba preservar esas palabras.
No fue hasta el 2022 que finalmente volví a llevar bolígrafo a papel, pero esta vez no con la intención de inventarme nada. Cuando empecé a hacer journaling, fue para sincerarme. Fue porque no sabía quién era, que quería, ni cuáles eran mis valores. En fin, estaba perdida, llevaba perdida mucho tiempo, y necesitaba encontrarme. Y así fue que empecé a escribir todos los días.
Muchas de mis estudiantes de yoga y amigas me han expresado lo mucho que les cuesta hacer journaling todos los días. Me preguntan como lo hago, como si yo tuviese un método secreto. Mi respuesta siempre es la misma: aunque esos métodos existen, yo no los uso. Lo que tienen en común mis prácticas de yoga, meditación y journaling es que todos los días practico de manera diferente.
Cuando se trata de escribir, escribo lo que tiene que salir. A veces escribo que estoy feliz. A veces escribo que estoy triste. Uno de mis ejercicios favoritos es hacer listas de gratitud, en las cuales enumero todo por lo cual estoy agradecida. Pero hay días que lo que me hace falta es hacer una lista de todo lo que tengo que hacer, para organizarme un poco. En ocasiones hago brain dumps, donde literalmente escribo todo lo que tengo en mi mente para crear un poco de espacio. Y cuando no tengo nada que escribir, describo como se va a ver mi día, tratando de conectar con esos poderes de manifestación. Hay días que escribo un párrafo, mientras que otros escribo páginas y páginas. Todo cambia, todos los días.
Creo fielmente que la acción de escribir es poderosa. Escribir lo que quieres, lo que sientes, lo que te duele. Declarar tus prioridades, tus necesidades, tus miedos, tus deseos, tus sueños. Plasmar en papel lo que llevas en tu mente y en tu corazón es un acto de valentía. Tal vez no se sienta así la primera vez que lo haces, pero después de un tiempo te das cuenta que cuando escribes conversas con la persona que realmente eres, tu 'yo' interior. Escribir me ha ayudado a conectar conmigo misma, a entenderme mejor, a sanar heridas. Escribiendo fue como me volví a encontrar.
“I write only because there is a voice within me that will not be stilled.” – Sylvia Plath
De chiquita siempre quise ser escritora. Me encantaba inventarme cuentos, imaginar narrativas y crear personajes. Inclusive antes de saber escribir le dictaba cuentos a mis padres para que tomaran nota. Con las palabras plasmadas seguramente en papel, me ponía a dibujar a mis personajes con crayolas. Todavía quedan algunas de esas obras maestras preservadas por algún lado, para no olvidarlas.
Estudié comunicaciones y literatura, convencida de que quería ser periodista. Cuento largo corto, no soy periodista, y con el pasar de los años dejé a un lado eso de inventarme cuentos. Eventualmente dejé de escribir por completo - lo único que escribía con frecuencia eran emails, y a nadie le interesaba preservar esas palabras.
No fue hasta el 2022 que finalmente volví a llevar bolígrafo a papel, pero esta vez no con la intención de inventarme nada. Cuando empecé a hacer journaling, fue para sincerarme. Fue porque no sabía quién era, que quería, ni cuáles eran mis valores. En fin, estaba perdida, llevaba perdida mucho tiempo, y necesitaba encontrarme. Y así fue que empecé a escribir todos los días.
Muchas de mis estudiantes de yoga y amigas me han expresado lo mucho que les cuesta hacer journaling todos los días. Me preguntan como lo hago, como si yo tuviese un método secreto. Mi respuesta siempre es la misma: aunque esos métodos existen, yo no los uso. Lo que tienen en común mis prácticas de yoga, meditación y journaling es que todos los días practico de manera diferente.
Cuando se trata de escribir, escribo lo que tiene que salir. A veces escribo que estoy feliz. A veces escribo que estoy triste. Uno de mis ejercicios favoritos es hacer listas de gratitud, en las cuales enumero todo por lo cual estoy agradecida. Pero hay días que lo que me hace falta es hacer una lista de todo lo que tengo que hacer, para organizarme un poco. En ocasiones hago brain dumps, donde literalmente escribo todo lo que tengo en mi mente para crear un poco de espacio. Y cuando no tengo nada que escribir, describo como se va a ver mi día, tratando de conectar con esos poderes de manifestación. Hay días que escribo un párrafo, mientras que otros escribo páginas y páginas. Todo cambia, todos los días.
Creo fielmente que la acción de escribir es poderosa. Escribir lo que quieres, lo que sientes, lo que te duele. Declarar tus prioridades, tus necesidades, tus miedos, tus deseos, tus sueños. Plasmar en papel lo que llevas en tu mente y en tu corazón es un acto de valentía. Tal vez no se sienta así la primera vez que lo haces, pero después de un tiempo te das cuenta que cuando escribes conversas con la persona que realmente eres, tu 'yo' interior. Escribir me ha ayudado a conectar conmigo misma, a entenderme mejor, a sanar heridas. Escribiendo fue como me volví a encontrar.